SEMANA 11
BITÁCORA DE NATALIA OBANDO
ORTEGÓN PARA LA CLASE DE ANÁLISIS DE TEXTOS.
Fecha: 24 de abril del 2020
A medida que pasa el tiempo y
que a la vez extienden los días en “cuarentena”, se logra evidenciar que ya no
se toman las precauciones o se siguen las instrucciones que en un principio la
mayoría cumplía. Cada vez se ven más personas, incluso de la tercera edad, en
diferentes lugares de la ciudad y a veces sin ninguna protección. De la misma
manera es difícil ver por la ventana o salir a la calle y no ver miles de
rappis o domiciliarios concentrados en un andén, conversando o esperando su
pedido. Y al mismo tiempo ver el aumento de los casos confirmados por el
covid-19 y que las autoridades vayan poco a poco disminuyendo las medidas de
protección.
Admito que es una situación
bastante complicada, en la que cualquier decisión puede beneficiar o no a
cualquier persona, que sea un empleado, empresario, estudiante, vendedor, entre
otros. No es una situación en la que las decisiones puedan ser fáciles. Si nos
mantenemos en cuarentena, probablemente las personas que no tienen seguridad
económica salgan a buscar “ilegalmente” algún sustento para poder obtener algo
de comer, con la amenaza de contagiarse y adquirir una multa. Pero si
reactivamos la economía, entonces la gente puede salir a trabajar legalmente
mientras el enemigo invisible se multiplica cada vez más y así mismo la
probabilidad de contagiarse. Entonces una gran población está decidiendo en si
morir de hambre o morir por el coronavirus.
Salgo dos o tres veces de mi
casa para dar un paseo a mi mascota. Y ahora es más común ver a personas en el
semáforo; cuadra; parque, pidiendo dinero o vendiendo bolsas de basura. Se me
rompe el corazón ahora más que nunca, porque anteriormente las personas que
veía en esta situación a veces lo hacían no por necesidad sino, por negocio o
costumbre. Pero en la cara de las personas ahora, es de hambre a punto de
llorar, suplicando por un alma que les ayude con dinero o comida. A veces
cuando voy al supermercado compro un pan, o cuando salgo de mi casa empaco unas
galletas. Pero sé que no es suficiente y nunca lo será. El covid-19 no solo
afecta los pulmones, también el corazón y el estómago.
Y ahora ¿qué sigue? No se
sabe. Parece ser que Colombia volverá a la “normalidad” mientras llegamos al
pico de los casos. La Universidad probablemente mantendrá sus clases totalmente
virtuales. Y yo seguiré en mi casa, estudiando y siguiendo mi vida mientras veo
como el mundo se acaba con el coronavirus y abejas asesinas.
Reflexionando desde mi última
clase de Análisis de Textos y de realizar el test que medía mi parcialidad
implícita en cuento a la relación de los hombres con las ciencias exactas y las
mujeres con las humanidades. En primera instancia quiero agregar que cualquier
persona puede y DEBE estudiar lo que realmente ama, sin importar su género. Más
sin embargo, el test me dio a conocer que pienso totalmente lo contrario. Y es
ahí donde llego a la conclusión que tal vez un algoritmo me conoce mejor de lo
que yo me conozco a mí misma y tal vez deba reconocer mi preferencia, como se
aconseja. Pero, surge igual mi incógnita acerca de la respuesta del test. Pues
como dijo una compañera el test llega a tener de por sí suposiciones acerca de
lo que las personas pueden llegar a pensar, entonces no tendría sentido. Y me
hace dudar la respuesta del profesor con respecto al comentario de mi
compañera. (Y parafraseo) - El test está respaldado por Harvard, hecho por
expertos. Entonces halló cierta parcialidad inconsciente por parte del profesor.
Es decir, ¿si está desarrollado por Harvard, entonces está bien?¿Qué pasa si se
equivocaron?¿Cómo sabemos que utilizaron sus propias suposiciones en esta?¿Y si
lo hiciera otra Universidad no reconocida, tendría la misma confianza? Pero,
finalmente son preguntas que seguramente no tendrán respuesta y que muy
probablemente solo sean preguntas de una misma parcialidad inconsciente mía,
pero no dejan de ser importantes. Esto, no con la intención de exponer la
situación en particular, si no, de evidenciar como otras situaciones,
comentarios o pensamientos pueden influir en nuestra confianza e ideales.
La parcialidad implícita la
describiría como gafas con imágenes que nuestra sociedad y propia cultura
quieren que veamos. No se nace con suposiciones, nos crean suposiciones. Y
podría asegurar que es por eso mismo que a veces la sociedad no avanza en
aspectos económicos y sociales.
Resulta que no es tu culpa
pensar que está mal que una persona se vea subida de peso, finalmente es lo que
la sociedad ha inculcado en nuestras vidas. Pero si es tu culpa y está mal en
todo sentido, que discrimines y tengas una mente cerrada con respecto a
escuchar y entender a la persona a quién estas juzgando. Y con esto llego a la
conclusión que siendo conscientes acerca de que podemos tener ciertos sesgos
hacia diferentes aspectos, nuestro único estuche para guardar las gafas es
escuchando y/o entendiendo. Básicamente
es ser humanos y no jueces en la vida, pensamientos, acciones,
creencias, etc., de las personas.
Lamentablemente es una
situación utópica en la que todos los seres humanos podamos ser entes que
tengan respeto y solidaridad entre nosotros mismos. Porque si no nos mata el
virus nos mata nuestro odio.
Ahora invito a todos mis miles
de lectores imaginarios a que se animen a ponerse en los zapatos de las
personas a quienes piensan juzgar, y si realmente están en desacuerdo; entonces
solo respeten. Y siempre duden acerca en lo que ponen su confianza e ideales.
Porque la confianza se construye y los ideales se basan en fundamentos en los
que se han profundizado.
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