SEMANA 7


BITÁCORA DE NATALIA OBANDO ORTEGÓN PARA LA CLASE DE ANÁSLIS DE TEXTOS.
Día: 20 de Marzo del año 2020

Acabada la clase, ahora virtual, me dirijo hacia el cuarto de mis padres y admiro la vista de un cielo gris, las calles solas y ni un carro a la vista. Seguidamente le expresé a mis padres que aprovecharan tal silencio para dormir, teniendo en cuenta que vivimos sobre la avenida Villas y a un metro de Mc Donald’s, el pan de cada día, que nunca falta, es el ruido de cada día y noche. Reflexioné y admití que el coronavirus tal vez no es tan malo como lo vemos; ahora algunos podemos pasar más tiempo con nuestros seres queridos, la contaminación disminuirá, nos reconoceremos y encontraremos nuevas capacidades en nuestro tiempo libre. Sin embargo, sigue siendo un desastre para otras personas, los vendedores ambulantes no podrán sustentarse porque nadie les comprará; las empresas que dependen de las ventas diarias, se endeudaran; grandes cantidades de personas morirán. En resumen y como todo en la vida el coronavirus tiene su lado muy bueno y su lado muy malo. Escribo esto sin querer caer en el pánico.

Desde la semana del 16 de marzo de 2020 la Universidad se ha traslado a una plataforma virtual. En un principio me angustié porque no sabía si sería capaz de utilizarla de la forma correcta o si llegaría a poder entrar a la plataforma, luego recapacité y dejé la ansiedad a un lado. Al hacer uso de la plataforma sin tener algún problema, bendecí a la tecnología, pero extrañé los salones. Cada vez que terminaba una clase y tenía la oportunidad de poder tomar un respiro, me dirigía al lugar donde se encontrara mi madre, le comentaba lo gracioso que eran las clases y lo que había aprendido, ella se alegraba y me preguntaba sobre conceptos que le mencionaba. Sacaba a mi perrita Akira al parque, quien  estoy segura es el animal más descontrolado y consentido del mundo sin caer en la agresividad pero si en la brusquedad. Nuevamente volvía a mis clases y repetía las acciones antes mencionadas. Al finalizar cada día y como de costumbre a lo largo de tres años mi madre llamaba a mi hermano, quien estudia en el exterior. Después de colgar la llamada mi madre y yo caíamos en angustia, no sabíamos que se sentía estar solos como mi hermano lo estaba, y tampoco si en algún momento él podría llegar a contagiarse, y si se contagiaba iba a ser un caos. El lugar donde se encuentra los servicios de salud son en extremo costosos incluso para las personas que son nacionales, y para el caso nuestro, acceder a un servicio de salud, teniendo en cuenta el aumento acelerado del dólar, sería casi imposible; porque aún seguimos teniendo en cuenta y estamos seguro de ello que Dios proveerá. Así es el itinerario de cada uno de mis días en una cuarentena voluntaria y ahora obligatoria.
Para el día de hoy, veinte de marzo, comencé mi día con la clase de Análisis de Textos donde vimos a profundidad los metamodelos. Los metamodelos nos ayudan a romper las barreras de las limitaciones que nos imponemos a la hora de expresarnos, nos ayuda a expandir nuestro territorio mental y realmente dar a conocer lo que queremos expresar.
Durante la semana intenté utilizar dichos metamodelos con mis padres, amigos y hermano. Fue un desastre. Cada vez que intentaba preguntar algo, la palabra que salía casi inconscientemente era ¿por qué?, y ahora me pregunto es ¿por qué no podía ser capaz de preguntar sin decir por qué? Inmediatamente dejaba a un lado la idea de usar algún metamodelo, ya que, caía en una risa nerviosa por no poder realizar el ejercicio. Así que, el miércoles de la misma semana, ya cansada de tratar de usar algún metamodelo en una conversación que fluía naturalmente, decidí hacerme aún más consiente acerca de lo que iba preguntar y llamé a unos amigos. Les comenté que necesitaba ayuda en una tarea y les pedí que conversaran conmigo, nuevamente volvió la risa nerviosa. Una, llamémosla Laura, se reía conmigo y el otro, Sebastián, al no entender lo gracioso en la incomodidad, comenzó a enojarse un poco mientras me daba órdenes de ser seria y de comenzar la conversación. Yo seguía con una risa pequeña pero incontrolable y Sebastián cada vez más comenzaba a subir el tono de la voz hasta el punto de caer en mi trampa.
- ¿Por qué con todo te tienes que reír?  
- A lo que yo conteste con una sonrisa en mi cara. ¿Qué es todo?
– El respondió.  En las cosas que para mí son serias y para ti un chiste.
-  ¿Cuáles cosas serias?
- … Si esto, es un interrogatorio, pasamé las hojas para llenar.
Aunque solo utilicé dos preguntas, ya nos dimos cuenta del increíble poder que tiene preguntar correctamente. Mientras Sebastián se empeñaba en contestarme, con afán y rabia, yo me concentraba en escuchar todo lo que decía y ayudarle a expresarme que era todo en lo que yo me reía y que le molestaba. Laura, escuchando todo lo que pasaba, se reía y le decía constantemente a  Sebastián que se calmara, porque ese era el ejercicio. Después de que colgamos, Sebastián volvió a llamarme, yo sabía que era para disculparse, me preguntó qué era lo que estaba haciendo y cuál era el ejercicio. Le afirmé que era un interrogatorio, sonrió. Seguidamente, le expliqué con la mayor claridad de que trataba el ejercicio y cuál era su objetivo. Sorprendido, me expresó sus disculpas por no haberme podido ayudar, pero interrumpiéndolo, le agradecí porque en realidad me había ayudado, respondiendo como buscaba que lo hiciera. Seguimos conversando y colgamos.
Al realizar el ejercicio y reflexionar sobre el resultado, concluí que los metamodelos no solo nos ayudan a expandir nuestro territorio mental a la hora de expresarnos, también, nos ayuda a concentrarnos y a escuchar de una mejor manera al otro, porque estamos atentos a lo que específicamente quiere decir. En la situación antes presentada es evidencia de ello, si me hubiera deja llevar por las emociones, no hubiera podido ayudar a Sebastián a caer en cuenta de que no sabe cuáles cosas son en la que en todo me rio.
En relación con ejercicio realizado podemos darnos cuenta que el ser humano es un ser subjetivo que interpreta el territorio mental de manera diferente y generamos un mapa del mundo distinto, es decir para Sebastián como para mí, vivímos e interpretamos de diferente manera la "conversación". Es un gran ejemplo de como dice David Hosting en el vídeo del Metamodelo del Lenguaje; los seres humanos distorsionamos, eliminamos o generalizamos a la hora de expresarnos y hacemos que la conversación ya no sea objetiva, sino, subjetiva, basándonos en nuestras creencias y desconocimientos. Es por eso que los metamodelos y su uso constante nos permitirán, en un futuro, no caer en la subjetividad y en la emocionalidad cuando nos expresamos y así mismo mantener conversaciones objetivas y constructivas hacia lo que nos referimos, escuchando y entendiendo lo que quiere decir el otro.
Y de esta manera concluyo mi semana; reflexionando acerca de si pongo suficiente atención a lo que dicen los demás o los medio, y aún más en la situación de salud mundial antes comentada; con numerosos trabajos por realizar y con una angustia por lo que le espera a Colombia a un corto plazo, pues con un porcentaje algo importante de personas que no cumplen la cuarentena porque deben trabajar para conseguir algo de comer, tal vez el coronavirus cumpla su objetivo.


Comentarios

Entradas populares de este blog

SEMANA 5

SEMANA 8